M. A. Fórmula 1: A 50 años de…

El 7 de setiembre de 1969, Jorge «Nene» Ternengo se imponía en el óvalo en la edición 31° de las míticas «500 Millas Argentinas». Fue el gran triunfo de un piloto rafaelino, con un coche local en el escenario propio. A 50 años de aquel magnífico logro, en el marco de los «100 años de Automovislimo de Atlético de Rafaela», nuestro reconocimiento a aquellos días de gloria.

1969: Rafaela se visitó de fiesta por la victoria de Jorge Ternengo

Jorge Juan Ternengo, un ex motociclista que había ingresado al automovilismo con un monoplaza -propiedad de la Peña ARA- y que poco después alcanzó gran proyección al ser convocado por Oreste Berta para integrar el equipo oficial Torino – junto a Eduardo Copello y Héctor Gradassi- en el Turismo Carretera, logró en el año 1969 su mayor conquista deportiva, al adjudicarse las «500 Millas Argentinas» con el Bravi Tornado de la Peña RUEDA y el campeonato en esa misma temporada en la Mecánica Argentina Fórmula 1.

Fundada en el año 1966, la Peña RUEDA (Rafaelinos Unidos en Deporte Automotor) se planteó, una vez más, el desafío de ganar las «500 Millas Argentinas. Una ilusión que renovaba cada temporada y que en la competencia de 1969 lo iba a tener como intérprete a Jorge Juan Ternengo.

Con un chasis construido por Jerry Barvi en Rosario y con una planta impulsora nacida en «La Fortaleza» de Oreste Berta en Alta Gracias, la agrupación que tenía su base operativa en General Paz y Triunvirato, empezó a soñar con una victoria que hasta entonces se había mostrado esquiva.

Estuvo muy cerca en su primera experiencia, con Eduardo Copello (Maserati Tornado) finalizando segundo en 1966, ya en la época del pavimento, detrás de Jorge Cupeiro.

Un año después fue Omar Almeida, con el Bravi Tornado, el que escoltó al debutante absoluto en monopostos, Héctor Gradassi.

Lejos de constituirse en frustraciones, esas dos performances reflejaron la enorme capacidad de los integrantes de la Peña RUEDA, que alentados por un entusiasmo conmovedor, siguieren apostando al premio mayor.

La tarea, lógicamente, no iba a resultar sencilla en aquél mes de setiembre de 1969. Es cierto, se disponía de los medios necesarios como para intentarlo, pero entre los rivales, no eran pocos los que apuntaban al mismo objetivo.

Carlos Pairetti (Midgets Chevrolet), vencedor de la edición anterior, a un promedio que se mantienen como el más elevado en el historial tradicional de la competencia rafaelina, prevaleció en una clasificación apasionante, el viernes 5.

La última a pista del salida del «Nene» Ternengo, en el cierre de la jornada, concluyó con un trompo. Aparatoso, pero con una buena dosis de fortuna, porque el auto no sufrió las consecuencias que pudo haber ocasionado una maniobra de alto riesgo.

Ternengo, hoy sigue recordando que «para mejorar el tiempo de Pairetti (Carlos), con los muchachos -por la gente de la Peña RUEDA- decidimos entrar sin cortar a los curvones. fue una apuesta grande, pero lamentablemente no salió como queríamos».

El domingo 7 de setiembre (1969), con una nómina de candidatos que se vio engrosada con las incorporaciones de Juan Salatino (Albizu Dodge) y Víctor Hugo Plá (Bravi Chevrolet) a los ya mencionados Pairetti y Ternengo, se planteó una lucha impresionante.

Los cuatro se alternaron en la conducción con un trencito vertiginoso. El ritmo, en esas primeras vueltas, no decayó un instante. Claro, semejante exigencia, comenzó a pasarle factura a los metales.

Pairetti se vio obligado a desertar y Plá resignó todas sus chances en una detención interminable. El duelo por la victoria, entonces, tuvo como protagonistas excluyentes a Ternengo y Salatino. Dos ex motociclistas, con máquinas atendidas en nuestra ciudad, aspiraban a quedarse, ese día, con el triunfo más importante de sus trayectorias deportivas. Nada menos que en Rafaela, el «Templo de la Velocidad».

Rodolfo Gieco y Gerardo Albizu, los máximos referentes en la atención mecánica de ambas unidades, no lograban serenarse. El nerviosismo adquiría mayor dimensión a medida que el recorrido se iba consumiendo. En los dos boxes se vivía intensamente una carrera que le tendría reserva la gloria a sólo uno de ellos.

Los problemas, que se fueron agravando en el embrague en la máquina de Salatino, potenciaron definitivamente la ilusión de Ternengo, que ya en el tramo decisivo de los extenuantes 804 kilómetros, logró establecer una diferencia tranquilizadora para sus chances.

El final, perdurará en la memoria colectiva de los rafaelinos que fueron testigos, aquel primer domingo de setiembre de 1969, de una de las mayores satisfacciones de un deportista local, con una máquina que también era atendida en nuestra ciudad por una agrupación que desde su creación supo ganarse el reconocimiento de propios y extraños.

Y hubo festejos, por supuesto. El entonces intendente municipal, Rodolfo B. Muriel, respondiendo al clamor popular, autorizó un corte de tránsito vehicular en general Paz y Triunvirato, para que la celebración se traslade, el mismo domingo, a una esquina que en las épocas doradas del nuestro automovilismo, se transformó en una referencia obligada pare la gente «tuerca» de esta comunidad y de toda la región.

Fue un gran año de Jorge Juan Ternengo y de la Peña RUEDA, que se coronaría esa temporada con la obtención del campeonato argentino de Fómula 1.  Una consecuencia poco menos que lógica, por la buena cantidad de puntos que otorgaban las «500 Millas Argentinas».

6.840.000 en premios. Ese es el monto en dinero que se entregó a los pilotos en concepto de premios. El ganador Jorge Ternengo, obtuvo 1.750.000, en tanto que su escolta, Carlos Salatino, recibió un millón.

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